El ciberacoso es un problema muy grave que afecta no solo a las víctimas jóvenes, sino también a sus familias, al acosador y a quienes presencian situaciones de este tipo. Sin embargo, sus efectos pueden ser más perjudiciales para la víctima, por supuesto, ya que puede experimentar una serie de problemas emocionales que afectan su desempeño social y académico, así como su salud mental en general.
Es posible que los padres de hoy no hayan sufrido nunca por el ciberacoso. Puede resultar difícil comprender cómo unas palabras en la pantalla de una computadora pueden provocar semejante trauma. Al fin y al cabo, el acoso siempre estuvo presente en la escuela y en el patio durante el recreo. Tal vez hayas visto o sufrido acoso cuando estabas estudiabas. Tal vez pienses que el acoso forma parte de la vida escolar.
También podrías pensar que el acoso cara a cara es mucho peor que el cibernético, ya que las víctimas en el mundo real tienen más dificultades para escapar de sus agresores, mientras que una víctima de acoso cibernético puede simplemente apagar la computadora o bloquear a un acosador en una plataforma de redes sociales.
Por desgracia, no es tan simple. Y, aunque no hay que subestimar los efectos del acoso en el mundo real, las consecuencias del ciberacoso pueden ser mucho peores. Como padre o madre, es tu responsabilidad comprender el verdadero impacto del ciberacoso, reconocer un cambio en el comportamiento de tus hijos víctimas del acoso cibernético y encontrar la brindarles contención y ayuda.
¿Cómo es que el ciberacoso puede ser peor que el acoso en el mundo real?
En una situación de acoso en el mundo real, la mayoría de los incidentes se producen entre la víctima y un acosador (o grupo de acosadores) en la escuela. Estos incidentes pueden ir desde simples insultos hasta actos más significativos, como la difusión de rumores, el hostigamiento, amenazas y daños a la integridad física. Sin embargo, mientras que las víctimas de acoso en el mundo real pueden encontrar alivio al volver a casa, el acoso cibernético no tiene escapatoria.
El ciberacoso no termina cuando suena la campana de la escuela. Puede continuar en cualquier momento, durante todas las horas de la noche. Puede presentarse en forma de mensajes de texto, publicaciones en redes sociales, mensajes de chat, imágenes y videos editados, y muchas otras formas digitales.
El ciberacoso les deja a las víctimas pocas chances para defenderse. No hay profesores ni padres que vean lo que ocurre e intervengan para ponerle fin. También puede ser anónimo, lo que deja a la víctima con pocos recursos incluso para denunciar al acosador ante una autoridad. Además, el ciberacoso puede mostrar los incidentes a cientos de personas, o quizá incluso miles, en un corto período utilizando plataformas de redes sociales.
Si la víctima conoce a la persona acosadora y decide bloquear su perfil de redes sociales, esta persona puede simplemente crear una nueva cuenta. O puede enviar un mensaje o utilizar la cuenta de alguna amistad. Los niños de hoy en día son muy hábiles con la tecnología y saben ingeniárselas. Si su intención es acosar en Internet, la víctima no puede hacer mucho para impedirlo.
"Las personas hacen y dicen cosas hirientes o denigrantes en Internet que nunca dirían en persona", afirma el Dr. Eric Alcera, director médico de la organización Hackensack Meridian Behavioral Health. Eric también afirma que "si un acosador cibernético decide difundir rumores o compartir fotos vergonzosas en redes sociales, las palabras o imágenes pueden hacerse virales, lo que llegará a muchos más niños en cuestión de minutos".
En esencia, el ciberacoso es más implacable, cruel y dañino que el acoso en el mundo real. También es uno de los factores de estrés más importantes en la vida de una persona joven. Y aunque los niños que sufren acoso suelen intentar ocultarles estos hechos a sus padres, puede haber cambios muy notables en el comportamiento de tus hijos si son víctimas continuas de ciberacoso.
Cambios de comportamiento debidos a los efectos del ciberacoso
Es posible que los cambios no sean evidentes al principio, pero con el paso del tiempo, puedes notar uno o más de los siguientes cambios en el comportamiento que pueden ser fuertes indicadores de que es víctima del ciberacoso.
- Disminuye la interacción social: evita reunirse con amistades o asistir a eventos sociales.
- Se aísla en su habitación más de lo habitual.
- No habla mucho y se retrae más.
- Tiene dificultades para concentrarse en las tareas escolares.
- Sus calificaciones empeoran.
- Ya no le interesan las actividades que solía disfrutar.
- No asiste a la escuela o manifiesta el deseo de no ir.
- Parece enojarse cuando mira el teléfono, la tablet o la computadora.
- Oculta la pantalla del teléfono o de la computadora.
- Evita usar el teléfono.
- Consume drogas o alcohol.
- Transmite emociones o pensamientos tenebrosos.
- Habla del suicidio.
Si crees que algunos de estos cambios de comportamiento parecen un poco extremos, como los pensamientos suicidas, debes saber que la relación entre el acoso y el suicidio es muy estrecha. En algunos casos, el acoso no siempre es la única causa. Es posible que el niño ya sufra por sentimientos de depresión o ansiedad debido a problemas en casa o a un trauma anterior.
Sin embargo, en un estudio reciente, se concluyó que las víctimas de ciberacoso tienen el doble de probabilidades de intentar suicidarse o autolesionarse. Además, estadísticas recientes revelan que el 59 % de los adolescentes estadounidenses sufrieron acoso o intimidación en Internet, y más del 90 % cree que es un problema importante para las personas de su edad.
Y lo que es aún más alarmante, las investigaciones actuales sugieren que los intentos de suicidio entre adolescentes casi se duplicaron desde 2008.
Los efectos del ciberacoso también incluyen trastornos de salud mental, aumento del estrés y la ansiedad, depresión, comportamientos violentos y baja autoestima. El ciberacoso también puede tener efectos emocionales duraderos, incluso si el acoso ya concluyó,
ya que pueden provocar sentimientos de vergüenza perdurables. El acoso en línea parece más permanente, en especial cuando se realiza a través de publicaciones en redes sociales que no desaparecen de inmediato. Puede provocar sentimientos abrumadores de exposición y angustia.
Otro efecto secundario del ciberacoso es que las víctimas pueden sufrir la exclusión de otras personas que también temen ser acosadas en Internet si conservan la amistad. Esto hace que la víctima quede aislada y marginada, sin nadie a quien acudir en la escuela o en su casa.
No es de extrañar que uno de los efectos del ciberacoso también sea la ira. El abanico de emociones que puede sentir una víctima suele derivar en la ira. Incluso algunos niños pueden empezar a tramar planes de venganza, como se pone de manifiesto debido a los incidentes de tiroteos en escuelas y otros actos de agresión que protagonizan las víctimas del acoso que ya no podían soportarlo más.
El acto de venganza también surge como una forma de que el niño recupere cierta sensación de poder, ya que las víctimas del ciberacoso suelen sentirse impotentes para detener lo que está ocurriendo.
Efectos físicos del ciberacoso
Los cambios mentales y de comportamiento no son los únicos efectos del acoso cibernético. También puede haber efectos físicos. Los intensos sentimientos de estrés y ansiedad debidos al ciberacoso pueden provocar problemas físicos como insomnio, problemas gastrointestinales y patrones alimentarios perjudiciales.
¿Por qué existe el ciberacoso?
Siempre hay personas que deciden exhibir comportamientos acosadores y otras que son los desafortunados objetivos. Pero ¿por qué una persona no solo decide acosar a otra en Internet, sino que lo hace de forma constante y con tanta crueldad?
Una teoría sugiere que los acosadores cibernéticos tienen dificultades para sentir empatía por las demás personas. La baja empatía se atribuye sin duda al mayor uso de la tecnología y a la menor interacción social en el mundo real. Pero esta es solo una faceta del problema del ciberacoso.
El acoso cibernético también le permite a quien acosa sentirse en una situación de poder. Mediante el uso de la tecnología, un acosador cibernético puede desencadenar sin esfuerzo un caudal de tormento en cualquier momento, todo ello desde la comodidad de su propia casa, sin ninguna preocupación o repercusión. La falta de supervisión de los padres es otro factor que contribuye, al igual que el deseo de alcanzar la popularidad mediante actos que consideran que resonarán bien entre sus compañeros y colegas.
No importa cuáles sean los motivos, los acosadores cibernéticos a veces se enfrentan a sus propios futuros oscuros. Los estudios demuestran que los niños que acosan a otros tienen más probabilidades de consumir drogas y alcohol, participar en peleas, tener conductas delictivas, abandonar los estudios o demostrar comportamientos abusivos con sus parejas o hijos.
Ni siquiera quienes observan y los testigos son inmunes a los efectos del ciberacoso. También pueden tener más probabilidades de experimentar con drogas y alcohol a una edad temprana o de sufrir trastornos emocionales y problemas de salud mental.
Es interesante destacar que un estudio afirma que es más probable que el ciberacoso se produzca entre colegas actuales o antiguos. El informe señala, además, que el acoso cibernético es siete veces más frecuente entre adolescentes que se conocen que entre personas que nunca fueron amigas o pareja. Esto ocurre, a menudo, debido a una simple discusión que escala. O puede deberse simplemente a que una persona tiene un secreto sobre otra que se muere por contar. También podría ser un caso de venganza en respuesta a alguna transgresión que quien acosa considera que se cometió. Los celos son otro factor, al igual que el deseo de mejorar la posición social.
En muchos de estos casos, las niñas tienen el doble de probabilidades que los niños de ser víctimas de ciberacoso. Y como quien acosa y la víctima tuvieron una relación de amistad en el pasado, los efectos del ciberacoso suelen ser mucho más traumáticos.
¿Qué pueden hacer los padres frente al ciberacoso?
Por desgracia, no existe una solución rápida y única para este problema. Pero, al menos, como padre o madre, puedes estar ahí para tus hijos. Es muy probable que tus hijos no quieran hablar sobre los incidentes de ciberacoso que pueda estar sufriendo.
Sin embargo, si reconoces alguno de los indicios antes descritos, tómate el tiempo necesario para sentarte con tus hijos e intentar convencerlos de que se sinceren sobre cualquier problema que tengan dentro o fuera de la escuela. Con tu apoyo y comprensión, puedes ayudar a tus hijos a sentir que no están completamente aislados.
Intenta inculcarle que, por muy duro y cruel que sea el acoso, no refleja su valor, sino que es más representativo de los problemas que el acosador puede tener en su propia vida.
Es comprensible que un niño no esté de acuerdo con esa línea de pensamiento, pero no es tu único recurso. El primer paso es hacer todo lo posible por ajustar la configuración de privacidad de las redes sociales y las cuentas de chat de tus hijos y bloquear a los acosadores cibernéticos conocidos.
Luego, reúne todas las pruebas del ciberacoso asegurándote de hacer capturas de pantalla, ya que muchos mensajes pueden borrarse. Informa los casos de ciberacoso a los administradores de la aplicación o plataforma, ya que suele infringir las condiciones de los servicios.
Con las pruebas, también puedes comunicarte con los administradores de la escuela. El hecho de que los incidentes no siempre se produzcan en la escuela no es razón para que sus administradores no sean conscientes de las acciones. Muchas escuelas cuentan con políticas estrictas contra el acoso general y el ciberacoso.
Si el ciberacoso contiene amenazas de violencia física, también puedes denunciarlo ante la policía local.
Por último, busca formas de ayudar a tus hijos a sanar emocionalmente. Puede que necesites contratar los servicios de un profesional de la salud mental. No te limites a desestimar los efectos del ciberacoso ni los consideres superados si se detienen. Los efectos pueden ser duraderos y, si el ciberacoso fue grave, podría requerir más que tus palabras amables y consejos para reparar el daño provocado.
La tecnología actual también viene con una serie de controles parentales para ayudar a proteger a los niños de material en línea dañino o inapropiado. También puedes recurrir a aplicaciones de terceros, como Kaspersky Safe Kids, que ofrece protección frente a contenidos perjudiciales, además de permitirte establecer límites de tiempo de pantalla, supervisar su actividad en línea o rastrear su ubicación con GPS.
El panorama digital puede ser un entorno extenso y cruel. Está lleno de contenido para adultos que los jóvenes curiosos pueden descubrir con demasiada facilidad. Con Kaspersky Safe Kids, puedes evitar con facilidad que tus hijos vean contenido para adultos por accidente (o a propósito), al tiempo que te aseguras de que no destinen una cantidad de tiempo poco saludable en línea.
Conclusión
Recuerda que puede ser un salto muy pequeño ir de una broma inofensiva a una campaña de ciberacoso integral. La falta de interacción cara a cara y la sensación de poder que se adquiere al sentarse detrás de una pantalla de computadora pueden convertir lo que en general podría ser un caso tradicional de burla en el patio de la escuela en una avalancha constante de acoso, vergüenza y amenazas a la integridad física. El impacto puede dejar daños emocionales duraderos y, como ya mencionamos, conducir al suicidio.
Si sospechas que tus hijos son víctimas de ciberacoso, no esperes a que sea demasiado tarde. No temas abordar el tema con tus hijos por miedo a que rechacen tu intento de ayuda. El ciberacoso afecta a todo tipo de niños, en todas las facetas de la sociedad. Las campañas, la legislación, los programas administrativos escolares y otros movimientos para reconocer y detener el ciberacoso son un buen primer paso para afrontar este problema. Pero solo tú, como madre o padre, puedes aconsejar directamente y ofrecer ayuda de inmediato.
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