En 2017, un equipo de investigación de una universidad finlandesa hizo una prueba controlada de una técnica común de cirugía en el hombro. Un grupo de pacientes hizo una cirugía “falsa”, en la que el cirujano simplemente hace una incisión y luego la cose nuevamente, mientras otro grupo recibe el procedimiento normal. El equipo de investigación descubrió que la eficiencia de la cirugía verdadera no fue mejor que la de la falsa.
Pero esta no quiere decir que es una cirugía obscura, ni tampoco hecha por cirujanos falsos: “cerca de 21 mil cirugías de descompresión son hechas en el Reino Unido todos los años y diez veces más en los Estados Unidos”, afirma el profesor adjunto Simo Taimela, director de investigación de la Universidad de Helsinki. Los resultados de este estudio realzan un hecho alarmante: cerca de la mitad de las cirugías comunes no tienen evidencia real de su efectividad.
Mientras algunos cirujanos siguen haciendo este tipo de operación (el efecto placebo proporciona a los pacientes una mejor probabilidad de recuperación en el tratamiento) surge una reflexión: ¿tiene sentido exponer los pacientes a los riesgos de una cirugía? Los datos muestran que uno de cada seis pacientes tiene complicaciones en el posoperatorio, y uno de cada 35 pacientes se muere después de la cirugía. Claro que cada caso es diferente. Los pacientes que se mueren, probablemente, ya deberían estar con la salud frágil. Sin embargo, la complicación posoperatoria más común aún es algo completamente evitable: la infección.
Las cirugías no son el único tratamiento que trae riesgos intrínsecos. Mismo con muchos beneficios, los medicamentos también tienen un lado negativo. Porque si funcionan, entonces probablemente también tienen algún efecto colateral. Los efectos colaterales y sus similares dependen de la medicación, pero, generalmente varían de tolerables, pero irritantes (irritaciones en la piel, picazón, boca seca) a factores que pueden cambiarle la vida completamente a una persona (convulsiones, migrañas), llegando a efectos que pueden tener riesgos graves a la salud (reacciones alérgicas, tormenta de citoquinas)
Sin embargo, la tecnología está continuamente creando maneras de prevenir y tratar enfermedades que permitan que los pacientes no necesiten enfrentar los riegos de una cirugía o los efectos colaterales de un remedio. Los siguientes ejemplos recientes muestran como la tecnología realmente puede ayudar a que las personas vivan cada vez más y con menos dolor.
Operando cerebros sin bisturíes
La radiocirugía estereotáxica utiliza rayos de luz para atacar células cancerígenas de tumores en el cerebro sin necesidad de hacer incisiones en el cráneo. Los rayos de luz rompen el ADN maligno de la célula y crean un ambiente inhóspito para el tumor. Para algunos tipos de cáncer, esa tecnología funciona como un método muy eficiente de cirugía, pero sin causar dolor y sin necesidad de un largo tiempo de recuperación.
TED – El guía médico de una radiocirugía estereotáxica.
Esa tecnología también ya se ha utilizado con éxito en canceres en el pulmón, páncreas e hígado. Y también es utilizada en el tratamiento de cáncer en animales.
Evocando visiones del futuro con su aspecto de nave espacial, además de todo eso, la radiocirugía giroscópica refina aún más la técnica quirúrgica, utilizando movimientos giroscópicos para tener una mejor precisión al direccionar los rayos de luz sobre el tumor.
Señalando los errores en las prescripciones de medicamentos
Los doctores son personas ocupadas. Y errores en prescripciones médicas, como errores en el dosaje o no darse cuenta de que el paciente tiene alguna alergia al medicamento, son la razón número uno de hospitalizaciones. Una en cada 10 prescripciones de hospitales y una en cada 20 prescripciones de medicina general contienen errores potencialmente nocivos a la salud de los pacientes.
Después de una profunda investigación de las razones por detrás de los errores de prescripciones y de lo que otros países han hecho para mejorar la práctica de la medicina, el Reino Unido empezó a implementar un software que está haciendo la diferencia. La herramienta llamada “Intervención Tecnológica en Informaciones Farmacéuticas”, del inglés, “Pharmacist-led Information Technology Intervention” o PINCER, escanea los registros de pacientes y señala las prescripciones que pueden contener riegos. Y desde su implementación en el 2018, el número de prescripciones con riesgos ha bajado en 15%. Pero el mayor éxito del PINCER todavía puede estar por llegar, con su implementación en los lugares donde ocurren la mayoría de los errores de prescripciones: en las enfermerías y en los departamentos de emergencia.
Diagnósticos y tratamientos hechos por inteligencia artificial
En 2019, el Lancet, una de las principales revistas de medicina em el mundo, publicó un metaanálisis (proceso que reúne datos de diferentes estudios para un mejor análisis) que muestra que la inteligencia artificial (IA) ya es lo suficientemente confiable para ser considerada una herramienta precisa de diagnósticos médicos. Eso puede significar un aumento en la precisión y en la rapidez de los diagnósticos, evitando la necesidad de cirugías o medicamentos.
La compañía farmacéutica Bayer también está trabajando en un software que utiliza IA para ayudar a diagnosticar enfermedades raras y complejas y así desarrollar medicamentos para tratar esas enfermedades. El software podría ayudar a identificar más rápido qué medicamento funciona para cada caso específico. “Estamos viendo cómo podemos identificar los pacientes ideales y los mejores lugares para hacer las primeras pruebas clínicas. Con eso seremos capaces de hacer estudios iniciales y mostrar si un determinado medicamento es el ideal para el paciente en cuestión”, dice la jefe de proyectos de IA de Bayer, Angeli Moeller.
Aun así, algunas innovaciones en los diagnósticos hechos por IA no fueron tan exitosas. Desde el 2017, el Servicio Nacional del Reino Unido, el famoso NHS, está probando una aplicación de consultas remotas que funciona con IA, llamado “GP at Hand”. Su implementación recibió muchas críticas por los errores que la IA de la app cometía. Un prestigiado médico incluso llegó a escribirle al “”British Medical Jornal”, diciendo que las alegaciones de seguridad y eficiencia de la app estaban basadas en evidencias no confiables. Para responder a esas preocupaciones, la NHS comisionó un estudio independiente. El estudio descubrió que la app era recibida positivamente por usuarios y doctores, pero no era beneficial para los pacientes más vulnerables, porque los usuarios tienden a ser más jóvenes, lo que significa que tienen una buena salud generalmente. Con el paso del tiempo, una gran parte de los usuarios dejó de usar el servicio. Sin embargo, existe un lado positivo que esta experiencia nos mostró: al conectarse con los pacientes por la app, los médicos tendían a no prescribir medicamentos. Considerando los problemas de exceso de prescripciones de antibióticos y antidepresivos como uno de los principales desafíos de la medicina global actualmente, sabemos que tener menos prescripciones puede ser un beneficio para la salud de la populación.
Una salud más “libre” gracias a la tecnología
El COVID-19 hizo que muchas personas se familiarizaran con las consultas por teléfono y videollamada con doctores y expertos. Y, junto con este cambio, una serie de otras innovaciones están ayudando a hacer con que el tratamiento remoto sea cada vez más eficiente.
Un ejemplo del cual hablamos recientemente es el StethoMe, un estetoscopio digital que permite que los médicos receban ondas digitales de la respiración y de la frecuencia cardiaca de los pacientes por internet.
Tenemos también el iHealth Ease Cuff, de Ochsner, un medidor de presión sanguínea para el brazo que se conecta a los smartphones de los pacientes por bluetooth y envía los resultados directamente al doctor. La idea de ese sistema era mostrar que el frecuente monitoreo y feedback ayuda los pacientes a gestionar mejor sus condiciones y permitir que los profesionales pudieran detectar y actuar más rápido sobre los problemas más graves. Y los resultados de las pruebas parecen estar de acuerdo con eso, ya que el numero de pacientes que recibieron el medidor y alcanzaron sus objetivos de salud fue dos veces más grande que el numero de pacientes que recibieron el tratamiento convencional.
Recientemente aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) de los EEUU, la tecnología Clarius es otra innovación que permite un escaneo de ultrasonido (ecografía) más rápido y con una mayor variedad de configuraciones. El scanner de ultrasonido inalámbrico se conecta a una app para tablets y smartphones, dejando el examen de ultrasonografía de alta calidad más portátil. Así, paramédicos y no expertos pueden trasmitir exámenes en vivo para un experto que pueda revisarlos em tiempo real. La aplicación también utiliza IA para ajustar los parámetros de escaneo, reduciendo los errores y el tiempo que se demora para que salgan los resultados del examen. Todo eso resulta en diagnósticos más precisos y sin la necesidad de llevar el paciente hasta el aparato.
Existe un constante desarrollo de nuevas tecnologías que pueden ayudar a mejorar la salud de los pacientes sin medicamentos o cirugías. Y una mayor inversión en estudios de salud y en innovaciones gracias al COVID-19 puede acelerar la llegada de esas nuevas formas de hacer medicina a los hospitales y clínicas cerca de su casa.
Existe una admirable y constante prisa en la medicina para hacer todo lo posible para salvar o mejorar vidas. Pero, aun así, no podemos dejar de estar atentos a las consecuencias de la seguridad de datos y de la privacidad dentro de esas nuevas tecnologías. Tecnologías generalmente hacen el bien para aquellos que tradicionalmente han tenido menos acceso a servicios de salud, por ejemplo, pacientes mayores o aquellos que viven en áreas más aisladas. Pero eso también crea una necesidad de concientización sobre ciberseguridad de esos pacientes y aun más de los profesionales. No debemos contener las innovaciones, pero sí tenemos que involucrar las personas correctas para probar y desarrollar esas tecnologías y, cuando el tema es ciberseguridad, seguir el proceso de siempre: educar, educar y educar.