La pandemia ha forzado a que todos, desde niños de edad pre-escolar hasta abuelos, adopten la tecnología para completar actividades que antes realizaban de manera presencial. Esto no solo afectó al trabajo, el aprendizaje, y la forma de entretenernos, sino también la compra de alimentos, solicitud de servicios públicos y hasta visitas médicas, las cuales también se trasladaron al mundo virtual. Como consecuencia, el estar en línea con tanta frecuencia se convirtió en una causa de estrés para más de la mitad (56%) de los encuestados, según el estudio “Lidiando con la nueva realidad en nuestra normalidad digital” realizado por Kaspersky en Norteamérica. Con esto en mente, los expertos de Kaspersky exhortan a las familias a realizar un “desintoxicación digital” para reconectarse con sus seres queridos y a reevaluar los hábitos digitales de todos los miembros del hogar en lo que aprovechan el relajamiento de las medidas de confinamiento que se están dando a través de la región.
El estudio también dio a conocer que 3 de cada 5 (57%) de los encuestados aumentaron su uso de los servicios en línea, y más de una cuarta parte (27%) dijo que ha aumentado significativamente. En el caso de los niños, estudios realizados en América Latina revelan hábitos preocupantes. De acuerdo a un informe de Kaspersky realizado durante la pandemia, 73% de los padres latinoamericanos asegura que, en los últimos 12 meses, sus hijos han pasado más tiempo en línea y 19% de ellos reconoce que se ha apoyado en la tecnología para mantener a los menores ocupados mientras ellos buscan trabajar y ocuparse de las labores del hogar. Sin embargo, el informe resalta que, aunque el confinamiento los ha llevado a recurrir a este tipo de “solución”, el 44% de ellos se siente incómodo por la exposición prolongada de sus hijos a Internet.
“Internet ha demostrado ser un gran y versátil aliado, pero la frase de ‘todo en exceso es malo’ ha demostrado ser cierta”, explica Fabiano Tricarico, director de Consumo para América Latina en Kaspersky. “Como padre, sentí que la falta de interacción social y de actividad física hacía a los jóvenes más irritables y ansiosos e incluso, que algunos exhibieran reacciones más intensas. Estoy seguro de que la mejor forma de aliviar esta situación es adoptando un proceso gradual de ‘desintoxicación’, es decir, poner más énfasis en las actividades en familia, fuera de línea y fuera de casa, donde sea posible, para distanciarnos un poco del mundo digital”.
La desintoxicación digital consiste en dejar de usar dispositivos durante un periodo determinado y darnos tiempo para realizar actividades como excursiones naturales, ejercicio u otras acciones fuera de línea. Además, estos momentos libres de dispositivos también son ideales para reevaluar los hábitos digitales de los miembros de la familia durante estos últimos meses y establecer nuevos parámetros para el uso de la tecnología, como: limitar el tiempo y horarios de conexión; crear contraseñas únicas y robustas para servicios en línea; no abrir archivos adjuntos ni hacer clic en enlaces de correos, mensajes SMS o promovidos en redes sociales; bajar apps únicamente de sitios oficiales; familiarizarse con las amenazas comunes como el phishing; utilizar una solución de seguridad en todos los dispositivos utilizados para navegar en Internet, entre otros. Además, es importante recalcar que cuando algún miembro de la familia se sienta incomodo o inseguro con algún acontecimiento en línea o tecnología, no quedarse callado y pedir ayuda.
Solicitar asistencia con temas digitales es algo que los adultos mayores suelen hacer; sin embargo, los meses de aislamiento incrementaron las dificultades que miembros de este grupo tiene con la tecnología ya que el entorno digital no les resulta natural y, consecuentemente, desconocen cuáles son los riesgos en línea. Incluso, antes de la emergencia sanitaria, un informe de Kaspersky realizado en 13 países reveló que más de un tercio (35%) de los mayores de 55 años manifestaba tener dificultades con la tecnología de forma cotidiana y 44% de los usuarios menores de 55 años reveló tener familiares mayores que han sido víctimas de ciberestafas.
“Los nietos son quienes a menudo se convierten en los asistentes técnicos de los adultos mayores. Sin embargo, los jóvenes no son los más pacientes, especialmente ahora cuando ellos mismos se han sentido estresados por la limitación de sus actividades habituales. Además, los menores también pueden carecer de los conocimientos necesarios para mantener a sus abuelos seguros en línea, lo que puede ser fuente de más estrés a corto plazo. Por eso es que ahora, que se están relajando las medidas de confinamiento a través de la región, reconectar con la familia y reevaluar los hábitos digitales de cada integrante, puede ser de gran beneficio para todos”, Añade Tricarico.
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