En un estudio sobre cuánto valoran las personas su privacidad el profesor de la Universidad Carnegie Mellon, Alessandro Acquisti, y otros investigadores fueron a un centro comercial fuera de Pittsburgh, Pensilvania. Hicieron que los compradores rellenaran encuestas, pero las encuestas eran irrelevantes y no formaban parte del estudio, ya que el estudio real comenzaba cuando concluían las encuestas. Entonces Acquisti y sus colegas entregaron tarjetas de regalo a estos compradores.
Los investigadores entregaron a un grupo de compradores una tarjeta de regalo de 10 dólares y a otro grupo, una de 12 dólares. La segunda tarjeta tenía truco: su actividad se rastrearía y se monitorearían las compras realizadas (eso fue lo que se les dijo a los compradores). No se haría rastreo de la tarjeta de 10 dólares.
Luego se les contó a ambos grupos de compradores las condiciones de la otra tarjeta y se les dio la oportunidad de cambiar a esa otra tarjeta: los compradores con la tarjeta de 10 $ podrían conseguir la de 12$, siempre que no se sintieran incómodos con respecto a que se rastreara su actividad de compra, en tanto que aquellos a los que se les dio originalmente la tarjeta de 12$ podrían renunciar a los 2$ para obtener la tarjeta menos lucrativa pero con más privacidad.
Algo más de la mayoría (el 52%) de aquellos con la tarjeta de10$ escogieron no cambiar, en tanto que un 48% de ese grupo optó por renunciar a su privacidad por la tarjeta de 12$. Pero , casi todos (el 91%) de los compradores que obtuvieron originalmente la tarjeta de 12$ la mantuvieron. Sólo un 9% optó por la tarjeta de 10 que ofrecía mayor privacidad.
La selección de tarjetas que realizaron estos compradores para este estudio sugieren que cuando a las personas se les presenta un menor grado de privacidad y deben renunciar a algo para aumentar su privacidad, no se inclinan a hacerlo. Por otro lado, cuando a las personas se les presenta inicialmente un mayor nivel de privacidad se ven menos inclinados a renunciar a esa privacidad cuando se les ofrece un incentivo modesto para hacerlo.
En una conferencia pronunciada este verano en el Centro para Internet y la Sociedad de la Universidad de Stanford, Acquisti, que es una autoridad en el impacto que tienen las redes sociales ylas tecnologías emergentes en la privacidad personal, analizó las repercusiones que sugería el estudio del centro comercial de Pittsburgh. A medida que las personas pasan cada vez más tiempo y comparten cada vez más sus vidas en internet, la privacidad se ve cada vez más perjudicada no sólo por cuestionables políticas de privacidad, sino por tecnologías emergentes, como reconocimiento facial que pueden usar los comerciantes, agencias policiales y gobiernos por igual para recopilar datos acerca de usuarios ya sea con su conocimiento o no.
Lo que puede hacer: ignore las ofertas de tiendas minoristas y sitios web sobre descuentos o productos gratuitos a cambio de parte de su información privada. El trato siempre es demasiado bueno para ser cierto.
Para obtener más información acerca de la conferencia de Acquisti en Stanford, vea el video que se adjunta.