La tecnología avanza cada vez más rápido. Está tan arraigada a nuestras vidas diarias que la percibimos como una mercancía necesaria para subsistir. Sin embargo, cada innovación en el mundo de la informática ya no resulta tan sorprendente como en el pasado. Seamos francos, una tasa de transmisión de datos más alta no nos hará mucho más feliz que ahora.
Asimismo, el impacto que puede generar una nueva generación de TV no está dado ya por la densidad de píxeles que ésta tenga, sino más bien por el precio o el tamaño del producto. A nadie le importa que los teléfonos móviles de ahora sean capaces de calcular la línea de vuelo de una nave especial que viaja a Marte, a decir verdad.
En este sentido, el hecho de que las fotos de Kim Kardashian desnuda hayan generado casi el mismo revuelo que el aterrizaje de la sonda Philae de Rossetta en el cometa 67P, ya no parece extraño. Personalmente he notado que esta sobredosis de tecnología ha provocado un efecto secundario (y nocivo) entre los usuarios: paulatinamente, vamos perdiendo el interés por la seguridad y la conciencia respecto de lo peligrosas y comunes que son las amenazas cibernéticas. Peor aún: no tenemos idea de cuántas de éstas amenazas tendremos que enfrentar en el corto y mediano plazo si la tecnología sigue avanzando al ritmo en que lo hace actualmente.
Un #futuro de alta #tecnología. ¿Será seguro vivir en él?
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Curiosamente, cuanto más sofisticada y desarrollada es la tecnología que nos rodea, tanto más nos pone a nosotros y al mundo en riesgo. Entonces ¿Qué tan peligroso será el futuro?
Estado y propiedad
Si bien las casas inteligentes todavía son un lujo que pocos pueden disfrutar, gracias a gigantes de la tecnología como Google o Apple, lo más probable es que un algunos años muchos de nosotros podamos sentarnos en un living lleno de dispositivos inteligentes. Así, la temperatura, la iluminación, los sistema de alarmas y otros aparatos serán controlados desde un único dispositivo móvil.
Lo mismo ocurre (y ocurrirá) con los autos. Volvo y BMW ya ofrecen controles inteligentes básicos y utilidades de vigilancia a través de smartphones y tablets en sus últimas líneas de autos. Y, seguramente, en algunos años estas tecnologías llegarán también a los automóviles de gama media.
Pero, más allá de lo sofisticada que esta tecnología puede ser, la seguridad de estos sistemas se parece mucho a la de un simple candado. No importa que tan robusto sea, un golpe seco en el lugar correcto y se abrirá al instante.
La situación se simplifica si el ladrón cuenta con una llave maestra o, al menos, con la posibilidad de conseguirla. Esto ocurre cuando un smartphone funciona como una herramienta capaz abrir las puertas de una casa o las de un auto inteligente. Dos estudios recientes realizados en casas y autos “smart” demostraron este punto a la perfección.
Is It Possible to Hack My Car? Find out over at @Kaspersky Daily. http://t.co/UOAMP2hb3K
— Kaspersky (@kaspersky) July 19, 2013
Además, otras investigación revelaron que el hackeo de las casas y los autos no sólo se realizarán en pos de un robo. ¿Por qué? Luego de acceder al sistema de control central, los cibercriminales podrían encerrar a los habitantes de la casa inteligente e incluso alterar la temperatura o los componentes del agua. Asimismo, en el caso de los autos inteligentes, un hacker podría manipular el sistema de frenos o de dirección de manera remota.
Dinero
Los atracos bancarios a mano armada con rehenes son cosa del pasado. Hoy en día, los cibercriminales dedican sus recursos a analizar las vulnerabilidades de los sistemas bancarios y los servicios de pagos online, a fin de perpetrar sus operativos maliciosos.
Cuando vas de compras con una gran cantidad de dinero en tu billetera, tienes la posibilidad de controlar el dinero que llevas. Pero cuando el pago se realiza a través de tu teléfono, no sucede lo mismo. En estos caso, ni el comprador ni el vendedor pueden estar 100% seguros de si el dinero llegará a donde debe.
http://instagram.com/p/mYf2wOP0B3/
Datos personales
Aquellos tiempos en los que guardábamos nuestros recuerdos en una vieja caja de cartón también desaparecieron. Actualmente, muchos usuarios prefieren utilizar plataformas de almacenamiento como la nube para preservar su información personal y sus documentos más preciados.
Lo más probable es que en pocos años los dispositivos de almacenamiento local (DVD, Pendrives, Discos) también pasen al olvido. En definitiva ¿Por qué habríamos de guardar nuestros datos más valiosos en un aparato que puede romperse o perderse, si podemos tenerlos en una plataforma virtual a la que podremos acceder desde cualquier parte del mundo?
Bueno, hay una razón. Desde el instante en que nuestros archivos desembarcan en la nube, dejan de ser exclusivamente nuestros. Los derechos de propiedad aclaran que todo lo almacenado en la nube es también propiedad de la persona dueña de esta plataforma.
Y al parecer no hay vuelta atrás. De hecho, toda esta información es utilizada por corporaciones como Google, que utilizan estos datos para armar perfiles precisos de cada usuario de Internet. Datos certeros sobre su salud, estilo de vida, preferencias, gustos. Sumados a miles de imágenes y mensajes de texto.
Fitness tracking apps & wearables vs #privacy. Guess who wins? https://t.co/YjIZv2vQVa pic.twitter.com/LfMqqWGBES
— Eugene Kaspersky (@e_kaspersky) October 31, 2014
El juego “Watch_Dogs” o la película “Duro de Matar 4.0” son ejemplos claros de cómo funciona esta maquinaria de información. En ambos casos, la trama se basa en una ciudad controlada por un sistema central unificado. Muchas de las cosas que muestran tanto el juego como la película, de hecho, están ocurriendo ahora.
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A todo lo mencionado, súmale el malware en constante evolución, las infiltraciones a las redes y la falta total de responsabilidad y conciencia por parte de los usuarios. La ecuación arroja una imagen poco feliz de nuestro posible futuro: un mundo frágil capaz de convertirse en un caos con el simple hecho de apretar de un botón, corporaciones que se apropian de la información de los usuarios y millones de dólares robados por un adolescente que hackea los sistemas bancarios por las fallas de seguridad que éstos tienen.
¿O, acaso, estaré exagerando?
Traducido por Guillermo Vidal Quinteiro