Está más callado y taciturno de lo normal. Cuando lo piensas, lleva con el teléfono bastante tiempo, pero ha terminado su tarea hace horas.
—¿Qué estás haciendo?
No obtienes respuesta.
Lo vuelves a intentar.
—Cariño, ¿qué haces con el teléfono?
—¡Nada! ¡Déjame en paz! —te responde de sopetón tu inocente criatura—.
¿Qué está pasando? ¿Ha visto algo que no debería? ¿Estará sufriendo acoso? No estás seguro, pero sabes que es muy probable que tenga algo que ver con su dispositivo y con Internet. Pero ¿cuál es la mejor forma de llegar al fondo del asunto y afrontar el problema?
El mundo en línea está lleno de educación, información y diversión, por lo que, utilizado de forma correcta, puede ofrecer grandes beneficios a los niños. El problema es que, según una encuesta reciente de Kaspersky, a los padres les está costando trabajo dar con el mejor modo de garantizar la seguridad en línea de sus hijos; de hecho, un 84 % está preocupado por todo a lo que se puede exponer su hijo cuando navega por la red.
A nivel mundial, 9 de cada 10 niños de entre 7 y 12 años tiene un dispositivo con acceso a Internet, smartphone o tablet. Parece que, aunque les preocupe la gran cantidad de amenazas a las que se enfrentan los niños en línea, desde la exposición a contenido violento y sexual hasta el grooming (ciberengaño pederasta) activo, los padres siguen pensando que sus hijos necesitan este tipo de dispositivos. Es comprensible que este crecimiento exponencial de la tecnología en nuestras vidas haya provocado que los padres se sientan inseguros a la hora de equilibrar la necesidad de proteger la experiencia en línea al concederles acceso a Internet para tareas cotidianas como los deberes o el contacto con los amigos.
En mi caso, yo tengo dos adolescentes y cada vez ha cobrado más importancia que adquiriera conocimientos sobre los riesgos y responsabilidades que conlleva permitir que los niños pasen tiempo en línea, sobre todo después de la evolución de Internet.
Como psicóloga, conozco el daño que puede recaer sobre niños y jóvenes cuando navegan por la complejidad del cibermundo sin los consejos, las directrices y la supervisión apropiada. De entre las familias entrevistadas, el 60 % afirma que han sufrido en primera persona o han visto un incidente de amenaza a la seguridad en línea; lo más común es que los niños visualicen contenido sexual o violento o sufran adicción a Internet. Y lo que es peor, el 13 % ha sufrido grooming en línea y el 14 % robo de información e identidad. También hemos escuchado muchas situaciones desagradables en las que los jóvenes han compartido información confidencial y personal con “amigos” que han resultado ser depredadores disfrazados.
Pero los padres deberían preocuparse por algo más que los malhechores propiamente dichos. Muchos niños pequeños se enfrentan a diario a información que anima a cumplir con los estándares de imagen corporal, como anuncios de pastillas para adelgazar o de cirugía estética. El problema es que algunos padres no consideran preocupantes este tipo de mensajes, pero lo cierto es que pueden afectar a la autoestima de los niños y generar un sentimiento de insatisfacción con su cuerpo.
He leído cientos de historias en los medios sobre niños que gastan sin querer miles de dólares en compras dentro de una aplicación sin el consentimiento de sus padres y, aunque estas historias no parecen tener un efecto disuasorio, sí sugieren que los padres no han entendido los riesgos a los que se enfrentan los niños con la tecnología inteligente.
Entiendo perfectamente que los padres no quieran temer al mundo en línea, ya que es un universo repleto de información y una plataforma democrática en lo que respecta a la educación. Como madre, acepto todos los conceptos positivos que la red ofrece a mis hijos, pero también reconozco que, como la figura adulta de mi familia, recae sobre mí la responsabilidad de conocer cuál es la mejor forma de controlar y proteger la experiencia en línea de mis hijos. Tenemos que saber equilibrar la supervisión con el fomento de la autonomía, lo cual es un requisito complejo. No tenemos por qué comprender esto cuando firmamos como padres, profesores o cuidadores, por ello recurrimos a menudo a recursos educativos de confianza para niños y padres.
La media que dedican los padres a hablar con sus hijos sobre seguridad en línea es de 46 minutos en total durante toda su infancia; en cambio, esta investigación demuestra que los jóvenes pasan muchas horas en línea sin supervisión. Piensa en todas las otras áreas en las que los niños tienen que aprender nuevas habilidades, ya sea iniciarse en un deporte, aprender a leer o comprender cómo crear un proyecto de arte. En todos esos casos, los niños reciben bajo supervisión una formación y una serie de consejos y directrices para que entiendan lo que están haciendo. Además, este tipo de instrucción perdura durante todo el proceso educativo.
Los padres deberían seguir una estrategia similar en el mundo en línea. Para ello tienes que vigilar el comportamiento en línea de tu hijo de forma periódica, que puede ser algo tan simple como preguntar que ha estado haciendo o charlar sobre sus experiencias negativas y positivas. También es importante conocer a qué se expone para que puedas informarle y protegerlo.
Yo pienso tanto en mi mundo en línea como en el físico. En casa he adoptado ciertas medidas de seguridad, desde ventanas que se bloquean hasta un sistema de alarma que me avisa si mi casa se ve comprometida, ya que quiero que mis hijos estén a salvo. Pero sé que, aunque estén seguros en sus habitaciones, pueden estar expuest os a multitud de peligros en línea, a no ser que cuente con un sistema de ciberseguridad altamente efectivo con funciones como el filtro de contenido, el control de uso de aplicaciones y alertas en tiempo real.
Ningún padre quiere que su hijo se convierta en una víctima de phishing, doxing, acoso o cualquier otro tipo de comportamiento depredador y por ello es tan importante protegerlos de la mejor forma que puedas contra la explotación y las amenazas en línea. Para ello hay que combinar la supervisión de los padres con las herramientas de software, como Kaspersky Safe Kids. Con esta tecnología podrás gestionar cuánto tiempo dedica tu hijo al dispositivo y supervisar las aplicaciones que usa, además, recibirás una alerta sobre su actividad en Facebook, es decir, podrás conocer todas las nuevas conexiones.
A veces los troles escogen a los niños simplemente por un comentario en las redes sociales, por lo que puede resultar muy útil llevar un seguimiento de sus interacciones en línea.
Kaspersky se asegura de que las webs de adultos queden bloqueadas, por lo que tus hijos no quedarán expuestos a ningún contenido inapropiado para su edad; además, trabajamos mano a mano con expertos del campo de la psicología para ofrecerte la información que necesitas, de forma que puedas hablar con tu hijo sobre los peligros en línea. La industria de la ciberseguridad no tiene por qué saberlo todo sobre paternidad; por tanto, esta parte para mí es muy importante.
Pero a veces utilizar exclusivamente el software no es suficiente. Por ejemplo, si percibes un cambio en el comportamiento de tu hijo después de haber pasado un tiempo a solas en línea, aunque utilices soluciones de protección, debes saber que no hay nada como la comunicación cara a cara a la hora de educarlo. Por tanto, utilizar este tipo de soluciones de ciberseguridad no debería impedir que hables con tu hijo sobre su exposición y comportamiento en línea de forma periódica.
Si percibes que tu hijo está más callado de lo habitual o irritable después de pasar tiempo en línea o con su dispositivo inteligente, es posible que haya sufrido una experiencia negativa, por lo que la mejor opción es iniciar un diálogo.
Lo mejor de este tipo de comunicación abierta es que te permite identificar los riesgos y problemas antes de que se salgan de control, a la vez que expresas a tu hijo lo mucho que lo aprecias.
La educación es poder y como padre es tu deber garantizar que tu hijo esté a salvo y reciba información tanto sobre el mundo físico como sobre el cibernético. Si te tomas en serio la ciberseguridad, también lo hará él, por lo que podrá disfrutar de su vida en línea sin miedos y convertirse en un adolescente y adulto conocedor de la “Netiqueta”.
Ha llegado la hora de actuar si queremos ofrecer a nuestro hijo la felicidad, salud e información sobre ciberseguridad que sin duda merece.
Consejos para garantizar la seguridad en línea de tu hijo
Estos son los principales consejos que debes tener en cuenta para que tu hijo esté seguro en línea:
- Naveguen juntos. Conocer dónde pasa el tiempo tu hijo en línea te permite explorar la mejor forma de mantenerlo a salvo y poder tener conversaciones más significativas sobre su actividad. Al pasar tiempo juntos jugando, por ejemplo, pueden aprender el uno del otro.
- Mantén los dispositivos siempre a la vista. No permitas que tus hijos naveguen por la web en su habitación, deja los dispositivos en áreas comunes de la casa para que puedas estar al tanto de cualquier posible problema. Además, el niño también llevará un control, pues sabe que estarás ahí.
- Utiliza una tecnología de seguridad como Kaspersky Safe Kids para cuando no puedas estar cerca ni supervisar en persona cómo utiliza Internet.
- Limita el tiempo en línea. Los niños necesitan límites, por lo que debes acordar el tiempo que puede pasar en línea y ceñirte a él. Los niños necesitan un equilibro de actividades para disfrutar de una infancia saludable. La mayoría de los sistemas operativos te permiten limitar la actividad en línea.
- Enseña a tu hijo a bloquear e informar cuando vea o experimente cualquier situación problemática en línea. Esto ayuda a crear una buena etiqueta en línea y refuerza la seguridad de tu hijo para tomar control.
- Comparte la responsabilidad. Enseña a tu hijo a actuar en línea de la misma forma que lo haría offline. Si hay algo que no enviaría, compartiría ni diría en el mundo físico, entonces tampoco debería hacerlo en línea.
- Conversa con tu hijo de forma regular sobre sus experiencias en línea. De esta forma podrás conocer sus preocupaciones y estar abierto a las inquietudes que te presente. Establece una estrategia de comunicación en la que comprenda que puede contar contigo para cualquier duda o preocupación.
- ¡No juzgues! De vez en cuando el niño se meterá en algún problema en línea y la forma en la que reacciones puede tener un gran impacto. No te enfades e intenta ayudarles a ver cómo podrán hacerlo mejor la próxima vez y asegúrate de que han aprendido la lección.
- Sé sincero con tu hijo e infórmale sobre cómo la información que se introduce en línea puede permanecer ahí durante el resto de su vida. Habla con él sobre las consecuencias que puede conllevar que un profesor o un abuelo vea ciertas fotos o cuando crezca y quiera formar una carrera profesional importante. Ayúdale a considerar las consecuencias de sus acciones.
- Habla con él a diario. Invierte diez minutos al día antes de dormir para charlar con tu hijo sobre su día, incluyendo su actividad en línea. Pídele que cuente un aspecto positivo y otro negativo que haya encontrado en línea. Esto normaliza la conversación y contribuye a concebir la seguridad desde un punto de vista más ciberinteligente, además, tras un corto período, este proceso no resultará tan forzado.
- Tu educación también es importante. Cuando comprendas el cibermundo, te sentirás más seguro a la hora de hablar con tus hijos sobre el tema. Tómate tu tiempo y lee sobre las últimas tendencias, juegos y canales para comprender cómo puede afectar la actividad en línea de tus hijos.