Cómo Sobrevivir a Las Oficinas Abiertas

¿Te gusta trabajar en una oficina abierta? Muchos dicen que no. Las desventajas más notorias saltan a la vista por sí mismas: mucho ruido, dificultad para concentrarse, mayor cansancio por

¿Te gusta trabajar en una oficina abierta? Muchos dicen que no. Las desventajas más notorias saltan a la vista por sí mismas: mucho ruido, dificultad para concentrarse, mayor cansancio por la interacción constante con el resto de los empleados, etc. Dividir el espacio en cubículos tampoco supone una solución, dado que suma otros problemas a los ya existentes.

En panorama mundial no es alentador. Los expertos en las tendencias de oficinas en la actualidad aseguran que, en los próximos años, las oficinas individuales habrán prácticamente desaparecido. En este sentido, de acuerdo con una investigación de International Facility Management Association, llevada a cabo en 2010, alrededor del 70% de las oficinas estadounidenses se adhiere al concepto de “diseño abierto”, y cada año este número va en aumento.

¿Cuál es el problema?

Por supuesto, no se trata de una conspiración de los empleadores ideada con el propósito de maltratar a sus empleados. Hay una razón sólida detrás de la creciente popularidad de las oficinas abiertas: son más baratas. Cuanto más apretadas están las personas en su espacio de trabajo, menos renta deben pagar las empresas y mayor es el beneficio que se obtiene respecto del costo. Matemática simple.

Sin embargo, esta lógica es un poco retorcida, dado que las personas no son robots. Factores efímeros como el humor y el estado físico tienen un impacto significativo en la productividad, la cual, en última instancia, es la que determina si las ganancias serán altas o bajas.

Las investigaciones al respecto arrojan estadísticas preocupantes. Las personas que trabajan en oficinas abiertas no sólo se sienten peor, sino que también trabajan con menos eficiencia y son más propensos a contraer enfermedades.

Por ejemplo, los casos de náuseas espontáneas (que, usualmente, no necesitan asistencia médica) son más frecuentes en las personas que trabajan en oficinas abiertas grandes que en los que trabajan en espacios individuales separados. Además, según los expertos, trabajar en espacios sin ventanas conduce a la depresión y trastornos del sueño.

Existe una pregunta que surge de esta problemática: Dado que la tendencia actual difícilmente cambie su curso, ¿cómo se puede sacar el mejor partido de esta situación? Algunos estudiosos de las interacciones laborales ya han comenzado a elaborar prácticas que ayudan a aplicar un enfoque más humano que palíe la sensación de depresión de los cubículos y el bullicio de las oficinas abiertas.

El Espacio de la introversión

Si bien no todos se sienten incómodos en las condiciones laborales actuales, éstas sí representan un enorme desafío para los empleados más introvertidos, a quienes prácticamente se les arrebata la posibilidad de pasar algún tiempo a solas. La escritora Susan Cain, autora del libro “El poder de los introvertidos en un mundo incapaz de callarse”, explica que los trabajadores retraídos tienen papel central en el progreso global.

Según Cain, los empleados introvertidos que trabajan en oficinas abiertas deberían poseer áreas designadas en las que puedan desarrollarse individualmente. Según la autora, las habitaciones podrían ser adaptadas según los motivos de trabajo, con el objeto de contribuir a la focalización y a la concentración en el espacio laboral. En tanto, podría asignarse otro espacio diferente para la distensión y el descanso. Esta idea, de hecho, fue llevada a la vida real por Cain en Steelcase: los costos de un espacio totalmente amueblado comienza en aproximadamente u$s 15.000.

No obstante, un aspecto no está claro: ¿qué pasaría si los empleados extrovertidos empiezan a congregarse en templo del introvertismo? ¿Quién podría negarles la posibilidad de tomarse un pequeño descanso durante un día de trabajo arduo? En este sentido, si las instalaciones están disponibles para todo el mundo, ¿cómo se combina esto con los principios de la economía?

Al respecto, Agile Acoustics, una compañía británica, desarrolló un enfoque mucho más democrático: la empresa produce paneles elaborados con materiales reciclados que absorben el ruido.

Estos paneles –creados a base de botellas de plástico recicladas- cuentan con imágenes atractivas y sirven a varios propósitos esenciales: reducir el ruido y otorgarles cierta intimidad a los empleados. Pero su aspecto más interesante es que su disposición no debe ser necesariamente fija. Los paneles pueden reordenarse fácilmente para cambiar el escenario, de acuerdo a las necesidades diarias de la oficina.

Aquí, allí, en cualquier parte

La flexibilidad y la capacidad de re-configuración, son dos de los principales requisitos de todo mobiliario de oficina de la actualidad. Lo que era estable y sólido en el pasado, hoy debe ajustarse dinámicamente a un entorno laboral cambiante.

Por ejemplo, Herman Miller, un fabricante de muebles de Estados Unidos, en su serie de productos “Metaform Portfolio” utiliza elementos plásticos ligeros que sirven para montar un entorno de oficina capaz de ensamblarse como si se tratara de bloques de Lego. En este sentido, si se necesitara llevar acabo algunas actividades de equipo, solo bastaría con encastrar las mesas. Luego, una vez terminada la tarea, se puede romper el espacio compartido en cubículos de una forma rápida y sencilla.

La compañía española de arquitectos Menéndez y Gamonal plantea un enfoque diferente. Para ellos, la propia disposición de los muebles debe fomentar el trabajo en equipo. “Cuando los empleados están sentados en una mesa que tiene la forma de una paleta de colores, cada uno se ve impulsado a asumir una postura colaborativa”, explican los arquitectos españoles.

Esta idea fue desarrollada inicialmente para grupos de educación superior con el objetivo de animar a los estudiantes a interactuar unos con otros, en lugar de sentarse solos. Pero, en general, este enfoque se utiliza también en entornos de negocio.

El Rey Arturo se columpia

Las oficinas de empresas de alta tecnología como Google o Facebook le han enseñado a la comunidad empresarial las maravillas de los salones de relax y los elementos recreativos atípicos. Christopher Duffy, un diseñador británico, propuso una idea que va más allá: equipar las salas de reuniones con columpios.

Duffy explica que, al hamacarse en un columpio, resulta mucho más difícil que los ejecutivos se pongan a hablar de las porquerías corporativas a las que están acostumbrados. Según este excéntrico diseñador, esta idea no convencional ayuda a los empleados a relajarse, abandonar la zona de confort habitual y empezar a pensar creativamente. No obstante, este cambio vale una pequeña fortuna. La “Mesa Redonda del Rey Arturo con Columpios” para 12 personas cuesta u$s 16.000.

Belois Shallane piensa que la clave para lograr que la rutina de la oficina sea más soportable, es aplicar un toque de individualidad a cada cubículo. Por ejemplo, podría hacerse que cada uno se vea como una letra del alfabeto. Si bien esta idea sólo sería visible desde arriba, las peculiaridades de cada cubículo le darían un aspecto llamativo e interesante al espacio laboral.

En resumen, aquí se deben rescatar dos puntos clave. Por un lado, las oficinas abiertas, al menos de momento, llegaron para quedarse y tendremos que convivir con ellas. Pero, por el otro lado, hay una esperanza. Las nuevas tecnologías, materiales e ideas pueden ayudarnos a tolerar esta tendencia.

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