Una Historia de Facebook, Música y Seguridad

¿Crees que las redes sociales están en una etapa madura? Piénsalo con más detenimiento. En realidad, las redes sociales aún están en pañales. Y, día tras día, nos enfrentamos a

¿Crees que las redes sociales están en una etapa madura? Piénsalo con más detenimiento. En realidad, las redes sociales aún están en pañales. Y, día tras día, nos enfrentamos a los problemas típicos de un producto o servicio que todavía atraviesa una etapa infantil. Esto, esencialmente, quiere decir que además de encontrarnos frente a una herramienta compleja con algunos bordes ásperos, el costo que se paga por un error humano es muy alto, especialmente cuando se trata de un problema de seguridad. Confía en mí, sé a qué me refiero cuando hablo de graves fallas de seguridad. Cuando era niño, mi padre me contó una de las historias más prominentes sobre este tema.

El Robo

Corría el año 1980, mi padre estaba celebrando su despedida de soltero, unos días antes de casarse con mi madre. Invitó a muchos amigos a su departamento, en Rusia. Aunque, para ser más preciso, en aquellos años era la Unión Soviética y no “Rusia”. Mi padre tuvo que hacer su despedida de solteros en su casa, porque no podía invitar a todos sus conocidos a un restaurante, dado que, bueno… no había ningún restaurante. La fiesta fue a todo volumen, con mucha música y diversión. Pero, al día siguiente, mi padre descubrió que la mitad de su preciosa colección de cintas de música de su magnetófono de bobina había desaparecido misteriosamente.

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Para aquellos que no estén familiarizados con la forma en que se vivía en la Rusia soviética, déjenme decirles que una colección de más de 600 álbumes valía una fortuna. Simplemente era imposible volver a comprarlos. Además de las pérdidas monetarias (con un sueldo mensual promedio se podían comprar alrededor de 15 cintas en blanco) era una inversión masiva de tiempo y esfuerzo.

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Si querías, digamos, escuchar un álbum de una banda extranjera, debías de llevar tu grabador de 25 kg a la ciudad y encontrar a una persona que intercambiara grabaciones extranjeras, usualmente traídas de contrabando por marinos que tuvieran la suerte de poder viajar al exterior. Si bien la música foránea no estaba estrictamente prohibida, escucharla estaba muy mal visto. Entonces, tenías que hacer arreglos. Conocer nueva gente, ganarte su confianza. Pasar días enteros pirateando las cintas. Una vez hecho todo esto, volver a casa con TODO el equipo y todo para poder escuchar un poco de Deep Purple, ZZ Top y Queen.

La evolución

A pesar del incidente de la despedida de soltero, la boda salió de maravilla y poco tiempo después nací yo. No me extraña que me llegase a gustar tanto la música. Cuando llegué a mi adolescencia, el conseguir música se había facilitado, aunque, si lo comparamos con la actualidad, todavía seguía siendo bastante difícil. En mi época ya habían comenzado a aparecer los cassettes. Luego vinieron los CDs y, finalmente, la música en Mp3

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El tiempo pasó y todo comenzó a mejorar: iTunes, Google Play Music, Spotify, Pandora, HDTracks, etc. Gracias a todas estas plataformas ya no existen limitaciones para que los amantes de la música puedan descubrir algo nuevo e inspirador. Ya no más grabadores de cinta gigantes.

Aquí es donde entran en juego las redes sociales. ¿A qué me refiero? Siempre toda nueva tecnología es muy complicada al principio y se vuelve sencilla una vez que madura. Es por esto que tanto Facebook, como la vieja forma de coleccionar música, la seguridad y la tecnología tienen estos puntos en común.

  • Ir a las tiendas de discos, intercambiar grabaciones y escribirles cartas interminables a las revistas de música en los años 70′, era lo más parecido a lo que hoy entendemos como redes sociales. Era nuestra forma de comunicarnos.
  • La tecnología contribuyó enormemente a la industria de la música. Varios inventos fueron exitosos (CDs, Cassettes, Longplays) y otros no tanto (Super Audio CDs, Eight-Tracks, Microsoft Zune). Pero la tecnología maduró y, 100 años después del Cilindro de Fonógrafo de Edison, se volvió tan conveniente que, hoy en día, ni siquiera debes pensar en la tecnología como tal. Es parte de nuestra vida y está naturalizada.
  • El objetivo de estas tecnologías era conseguir una mejor calidad de sonido y facilitar enormemente el proceso de comprar y escuchar nueva música (obviamente, para generar más dinero). La seguridad nunca fue el objetivo primordial y, es por esta razón que a veces ocurren incidentes como el que le ocurrió a mi padre en su despedida de soltero. Lo mismo sucede con las redes sociales.

Volviendo a las redes sociales. La industria de Internet desarrolló ecnologías como Twitter y Foursquare con el objetivo de ayudar a las personas a comunicarse sobre cualquier cosa que les gustara (y ganar dinero, obviamente). Y, al igual que ocurrió con la música, esto implicó una trama de factores muy compleja. Myspace (¿se acuerdan?) era un medio inútil para cuando se trataba de compartir fotos y por eso murió. ¿Facebook? Bueno, compartir fotos es muy sencillo, pero siempre debes pensar en cosas como “¿En verdad quiero compartir toda mi información personal con amigos y extraños?”. Por eso esta tecnología aún es infantil.

Cuando se crearon los medios para reproducir música, las redes sociales o las computadoras, no se estaba pensando en las medidas de seguridad que se necesitarían para proteger estas tecnologías y sus dueños. ¡Sin embargo, mi cuenta de Google, de Facebook o de iTunes hoy en día es mi bien digital más importante! Perder una de estas cuentas sería el equivalente actual al “incidente de la fiesta de despedida de solteros” de mi padre y, probablemente, tendría consecuencias aún más devastadoras. La simple idea de que alguien se acerque a mis hijos, revise mis emails personales o elimine mi información me da escalofríos.

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Y son solo e-mails, nada de videos o fotos

No obstante, no sería justo hacer 100 por ciento responsables a las compañías de tecnología por la seguridad de los usuarios. Es cierto, las cintas de mi padre no contaban con una solución antirrobo, pero si alguien robó sus grabaciones desde su casa, sería injusto que culpar a la compañía que creó el magnetófono de bobinas, ¿verdad? A veces, ocurre de la misma forma con los servicios online. Digamos que existe un 10% de posibilidades de que tu identidad digital sea robada desde tu cuenta de Facebook (Seguramente la probabilidad sea, incluso, más baja, quizás menor que el 1%, pero tú me entiendes). Y un  80% de posibilidades de que esa información sea robada directo desde tu Smartphone o laptop. El 10% restante involucra un poco de ambas formas. Para proteger tu colección de música, entonces, deberás instalar las mejores soluciones de seguridad, contar con un sistema de alarma y demás. Pero, también tendrás que ser muy precavido y selectivo con las personas que invitas a “tu fiesta”. En el mundo digital el 99% de las amenazas pueden ser bloqueadas con una buena solución de seguridad eficiente. Pero, el 1% restante, son las amenazas que requieren de tu atención, tu tiempo y tu conocimiento.

Por último, quiero hacer esta observación: Mi colección de música está sana y salva (incluso aquella que tiene más de 60 años). Las cintas del magnetófono de mi padre (la parte que sobrevivió) también están bien. Mis cassettes siguen sonando horrible, al igual que cuando los compré, allá por los 90′. La única cosa que perdí fueron mis fotos, e-mails y documentos virtuales que tenía a principios del 2000. No, no fueron destruidos por un virus. Los perdí yo, porque descubrí tarde el significado de la palabra “backup”. Y este es un muy buen tema para desarrollar más adelante.

 

Traducido por: Guillermo Vidal Quinteiro

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