Esta es la historia de Agnes, una niña de 11 años. Su secreto fue filtrado en Snapchat. Ella iba a usar la aplicación para mantenerse en contacto con sus amigos, pero se convirtió en un medio de difusión sobre los detalles de sus problemas familiares entre los niños de su escuela. Mira cómo manejó la situación de la que incluso salió victoriosa.
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Mi historia
Hace un mes fue mi cumpleaños y estaba muy emocionada porque mis papás finalmente me habían regalado un teléfono. Inmediatamente descargué Snapchat porque siempre veo a mis amigos usarlo y se ve muy divertido. Escribí mi nombre de Snapchat en un pedazo de papel y se lo di a todos en mi clase porque quería tener todos los amigos posibles. Recibí muchas solicitudes de amistad y las acepté todas. Lo que no sabía es que alguien tomó mi nombre de Snapchat y lo envió a toda la escuela. Pensé que era muy popular, ya que todos me habían agregado.
En mi casa estaban ocurriendo muchas cosas de las que nadie sabía nada. Mis padres no se llevaban bien y habían decidido divorciarse. Mantuve esto en secreto porque me avergonzaba y sabía que todos me iban a tratar de una manera distinta. A la única persona que le quería contar era a mi mejor amiga Tracy. Pero un chico en nuestra clase, Gavin, escuchó nuestra conversación. Después, mientras estaba distraída, él tomó mi teléfono y publicó una foto mía en Snapchat que decía: “¡Mis papás no me quieren! ¡Se divorciaron!”
Borré la fotografía inmediatamente, pero 15 personas la vieron y 3 hicieron una captura de pantalla. Después la volvieron a publicar en Snapchat y no había nada que yo pudiera hacer.
Les conté a mis papás lo había sucedido y al siguiente día vinieron a la escuela conmigo para hablar de la situación con el director. El director habló con nuestro grupo sobre lo que pasó y el daño potencial que un comportamiento de este tipo puede generar, no solo para la persona involucrada, sino también para su familia. Después de la plática, Gavin y los otros involucrados se acercaron a mi y se disculparon. Me dijeron que me apoyarían en estos tiempos complicados y no volverían a hacer algo así otra vez.
La escuela me nominó como embajadora de redes sociales y ahora doy pláticas a grupos sobre los hábitos positivos y responsables en las redes sociales. Siento que puedo educar a mis compañeros sobre los peligros de “burlarse” de otros en las redes sociales.