El fin del comienzo en la lucha contra los troles de patentes

La historia de la patente US5490216, que ha sembrado el terror en los profesionales informáticos y que cuesta cientos de millones de dólares a muchas empresas de tecnología.

Gran parte de agosto y septiembre de este año he tenido que “trabajar desde casa”, algo que no suelo hacer. Por lo que sin los viajes/eventos/entrevistas/discursos y el resto de mis tareas rutinarias, tuve mucho tiempo para mí. Leí mucho y me encontré con las típicas malas noticias, pero, de vez en cuando, también me topé con alguna buena. En concreto, una buena excelente noticia procedía de la lucha contra los troles de patentes: un tribunal de distrito de Texas denegó la demanda de Uniloc contra nosotros por infringir la patente US5490216 que, desde principios de los años 2000, ha sembrado el terror en las empresas informáticas, ha envejecido a muchos abogados de patentes y ha sacado el dinero a más de 160 (!) empresas, incluidas Microsoft y Google, nada menos.

Pero la buena noticia no acaba ahí…

La unión de la industria informática ha afianzado la invalidación de esta patente informática del demonio. Pero no solo hay que celebrar la invalidación por sí misma, sino también el hecho de que esta proclama un cambio importante (aunque tardío) en el sistema de patentes de Estados Unidos. Evidentemente, por ahora se trata únicamente de un “lento pero seguro”, que es mejor que nada, sobre todo cuando estos cambios tienen una importancia global: por fin la industria informática puede comenzar a quitar los parásitos de su espalda que no hacen más que chupar su sangre entorpecer el desarrollo tecnológico.

El balón apenas ha empezado a rodar: la libertad de los desarrolladores comienza a aumentar, protegidos contra la persecución de los propietarios de estas malditas patentes (con perdón): aquellas que describen cosas abstractas y, a veces, demasiado obvias, que en la práctica ni se aplican o se utilizan solo para “exprimir” desarrolladores de tecnologías similares.

La historia de la patente ‘216 parece un thriller, tanto que he pensado en volver a contarla aquí para su disfrute. Así que, hazte un café (o, mejor aún, unas palomitas) y prepárate para la versión del parásito de patentes…

Uniloc Corporation se fundó en Australia en 1992. En aquel entonces desarrollaba una actividad creativa que valía la pena, con soluciones de seguridad informática. En ese mismo año, una de sus tecnologías para la protección contra la piratería de ransomware pasó a ser protegida por la patente estadounidense 5.490.216.

Pero unos años más tarde, el desarrollo empresarial de la compañía giró bruscamente hacia otra dirección. En el 2003, estableció una red de filiales, que se dedicaban exclusivamente a, llamémoslo “asuntos relacionados con la licencia”. E iban directamente en busca de las armas (más) grandes, de hecho, ¡demandaron a Microsoft por infringir la patente ‘216!

Pero primero, hablemos de la patente en sí…

La patente abarca un método de activación de software para evitar que se utilice una copia de software en otro dispositivo. En otras palabras, evita que una misma licencia se utilice en decenas de miles de ordenadores.

El proceso de activación consiste en la creación de un identificador único para el usuario basado en informaciones como el tiempo, el número de serie del disco duro, el nombre y la dirección del usuario, el nombre de la empresa, la información de pago y muchas más. También se crea un identificador único con el mismo algoritmo para el servidor, que se envía al usuario para una comparación de identificadores; solo si son los mismos, se activa el software. Se trataba de una violación de este “proceso patentado” por el cual todos los demandados fueron acusados tarde o temprano. De hecho, muchas empresas utilizan comparaciones de hash de todos los datos en todas las comprobaciones.

Pero el problema estaba en la información que los demandados no comprobaron en 15 años. De haberlo hecho, deberían haber puesto fin a la extorsión de la patente.

Por lo que, en septiembre del 2003, Uniloc interpuso una demanda contra Microsoft. El caso se alargó seis años, hasta que en el 2009 el tribunal falló en favor de Uniloc, otorgándole una indemnización de 388 millones de dólares. Después de una serie de recursos, el caso llegó al Tribunal de apelaciones del Circuito Federal. Pero tras la audiencia, Microsoft y Uniloc acordaron una cantidad desconocida, aunque sin duda enorme.

Un momento clave de esta ópera patente fue el veredicto de la corte en el 2009. Uniloc se llenó los bolsillos y a partir de ese momento decidió comenzar a tomar medidas contra otras compañías informáticas, además, también se animó a comprar todas las nuevas patentes, por lo que se le conoce como el “rey de los troles de patentes”. ¿Por qué molestarse con fuertes inversiones en investigación y desarrollo? ¡Si así consiguen dinero fácil! Por tanto, los programadores fueron suplantados por abogados de patentes de alto nivel quienes, siguiendo la plantilla del trol de patentes, se dedicaron a absorber fondos de la industria informática, unos fondos que se podrían haber destinado al desarrollo de productos y servicios útiles.

Muchas empresas informáticas perseguidas por Uniloc decidieron seguir el juego al trol de patentes. Dado el ejemplo de la costosa derrota de Microsoft, muchos demandados prefirieron alimentar al trol llegar a un acuerdo extrajudicial: Si Microsoft no pudieron con ellos, nosotros tampoco”. ¿Y los demandados que sí opusieron resistencia? Perdieron. Pero entonces, el 18 de octubre del 2013, nos tocó a nosotros recibir una demanda por parte de Uniloc por violación de patente.

Ahora bien, queridos lectores, los que siguen mis comunicados en referencia a los troles de patentes, seguramente recordarán nuestro lema: “Lucharemos contra los troles hasta la última bala, su última bala”. De hecho, nunca hemos alimentado a los troles, va totalmente en contra de nuestra filosofía empresarial. Por lo que, lucharemos serenamente contra cada demanda por violación de patente que se nos presente hasta conseguir la victoria. (Y recientemente hemos descubierto que es mejor participar en el ataque contra los troles para eliminar sus tendencias parásitas de raíz antes de que lleguen a pensar en enviarnos una demanda por infracción).

Este caso no es excepción, por lo que nos hemos puesto manos a la obra…

Hemos estudiado a fondo la documentación de la patente e, inesperadamente, hemos descubierto diferencias significativas entre nuestra tecnología y la patentada. Por ello, hemos transitado por las diferentes etapas de los procedimientos judiciales calculando cuidadosamente nuestros posibles movimientos, preparando nuestra argumentación en consecuencia y adaptando nuestra posición cómo y cuándo sea necesario. A su vez, tuvo comienzo un procedimiento legal solicitando la invalidación de la patente en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, ayudados por la entrada en vigor del estatuto federal Leahy-Smith America Invents Act (en el 2011), que introdujo cambios legislativos oportunos al sistema de patentes.

Más tarde (en septiembre del 2012), bajo la misma America Invents Act, se lanzaron dos nuevos procedimientos para refutar la validez de una patente en el Patent Trial and Appeal Board (PTAB): (i) el “Inter Parties Review” (IPR), según el cual el solicitante de patente (la parte que cuestiona la validez de una patente) puede demostrar una “probabilidad razonable” de invalidez de dicha patente y (ii) el procedimiento Post Grant Review (PGR) para la invalidación de patentes recientes (expedidas en los nueve meses anteriores) si la patente solicitante puede demostrar invalidez “con más probabilidad”. (Sí, estas peculiaridades semánticas de la legislación estadounidense pueden ser desconcertantes a veces).

Comparado con el procedimiento (judicial) estándar en patentes, el nuevo es mucho más rápido (aproximadamente un año en lugar de dos y medio), más barato (250.000 dólares en lugar de 1.5/2 millones) y, lo más importante, más simple y profesional: las decisiones IPR/PGR son tomadas por profesionales expertos en patentes en lugar de un jurado. Las fórmulas de patentes se examinan cuidadosamente (el estado de la técnica se limita a las patentes y las publicaciones impresas) y, por último, el nivel de argumentación requerido es más bajo (“probablemente”).

No se puede culpar a quien piense que eso es todo y que estos nuevos mecanismos han desmantelado a los troles de patentes de una vez por todas. ¡Pero no tan rápido!

Ambos procedimientos en práctica resultaron ser muy complejos; este hecho, junto con su joven experiencia, hizo que su lenta aplicación y los resultados que podían ofrecer eran algo difusos. Sin embargo, muchas empresas aprovecharon la oportunidad de utilizarlos en sus intentos de invalidar patentes y esto desempeñó un papel muy positivo: los troles de patentes atacados por todas partes y con diferentes argumentaciones aumentaron sus posibilidades de éxito. Por cierto, hablando de éxito, en el 2016 la famosa patente ‘216 por fin consiguió el estado de invalidez que merecía.

Los demandantes demostraron al PTAB que la prioridad de su patente debería determinarse según la fecha de solicitud de patente estadounidense (21 de septiembre de 1993), no la difusa patente de aplicación australiana (sí, para conseguir una patente en Estados Unidos se puede utilizar la prioridad de una patente o solicitud presentada a otro país). ¿Por qué? Porque, en este caso, las solicitudes australianas y estadounidenses no eran idénticas. En la solicitud australiana no se trataban los elementos clave (a excepción de la violación por la cual demandaron con éxito a Microsoft). Más tarde, se presentó una patente anterior con un método de generación de identificadores únicos para la protección contra la piratería de software, que fue la gota que colmó el vaso para la validez de la patente ‘216.

¿Crees que esto quedó aquí? Para nada.

Los abogados de patentes tuvieron que esperar otros dos años al veredicto del recurso de Uniloc y a la sentencia del Tribunal Supremo, al que los troles dieron la vuelta al cuestionar la constitucionalidad de los nuevos procedimientos para invalidar patentes. Pero bien está lo que bien acaba…

El recurso fue rechazado y el Tribunal Supremo confirmó la constitucionalidad de los procedimientos del PTAB. Sí, por fin, creo que estamos avanzando gradualmente a una nueva era de patentes. Una nueva era orientada a la protección de la propiedad intelectual de los auténticos inventores, desarrolladores y empresas técnicas, que nos aportan un progreso real gracias a sus innovaciones. Una era con leyes justas de protección de tecnologías, sin ideas obvias o abstractas ni algoritmos (es digno de mención el precedente de Alice). La “patentabilidad” de inventores requiere mucho más que las representaciones genéricas de ideas abstractas.

Estos nuevos desarrollos y prácticas en la industria de la patente aportan la seguridad necesaria que ha faltado todo este tiempo: por fin, la parodia de la justicia que se conocía como “troleo de patentes” está llegando a su fin. ¿Durará? Ya lo veremos…

Mientras tanto, cerraré este artículo con una cita de Winston Churchill, que describe perfectamente el estado actual del mundo de las patentes: “Esto no es el fin, ni siquiera es el comienzo del final. Pero, posiblemente, sea el fin del comienzo”.

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