#BionicManDiary, entrada 007: aquí expiré

Hoy, lo que temía que sucediera fue lo que terminó sucediendo: llegué al trabajo, puse mi mano en el torniquete… Y no pasó nada. No me dejó entrar. Los guardias

Hoy, lo que temía que sucediera fue lo que terminó sucediendo: llegué al trabajo, puse mi mano en el torniquete… Y no pasó nada. No me dejó entrar.
Los guardias de seguridad, acostumbrados ya a mi elegante forma de entrar al edificio, se acercaron para ver lo que pasaba. El biochip no se inició y cuando toqué el sensor, la puerta seguía mostrándome el mensaje de “acceso denegado”. Fui privado de mi estilo de vida habitual, pues no podía entrar al gimnasio, en la oficina, en el coche, en la sala de juntas ni, irónicamente, en la cafetería donde estamos probando el proyecto del biochip para pagos instantáneos.

Les digo que fue un infierno de experiencia. Vives tu vida normal y un buen día (quizá no tan bueno) pierdes las llaves de casa y te das cuenta justo cuando miras la puerta ya cerrada y una irónica alfombra con el mensaje de “Bienvenido”.
Te molestaría un poco, ¿verdad? Ahora imagínate que lo pierdes todo: estás desnudo, no tienes acceso a tu dinero, documentos, agendas, datos de acceso para Facebook, Twitter, LinkedIn, VK, Foursquare, banca móvil… ¡Todo!.

Mientras tanto, todo tipo de tiburones, dóbermans y buitres empiezan a rondarte: el sistema no te identifica y no solo pasas a ser un “no identificado“, sino que pasas a ser un alienígena. Eres una persona non grata y nadie escuchará tus súplicas. Esto es, en resumen, el conjunto de sensaciones que tuve hoy.
Buenas noticias: este es el motivo exacto por el que estamos llevando a cabo el proyecto #BionicManDiary, para identificar fallos y errores en una fase temprana y buscar soluciones convenientes, claras y simples. De inmediato, organizamos una reunión con los de seguridad para averiguar qué le había pasado a mi chip.

Debo admitir que también estaban un poco nerviosos. Bueno, desde un punto de vista técnico, la razón del fallo era algo trivial. Cuando se registró el chip en el sistema de seguridad, se asignó un certificado único, o, para ser más exactos, una combinación de certificados. Uno de ellos expiró y el sistema se confundió, lo que inmediatamente invalidó el acceso a todo hasta nuevo aviso (por motivos de seguridad).

Mientras se restauraba mi identidad (suena raro, ¿verdad? No será necesario en el futuro, pero aun así soy objetivamente el primer cíborg que lo dice, ¡este es un momento de tweet!), anoté los problemas a los que me enfrenté y ahora compartiré los más críticos contigo.

1. No recuerdo los números de teléfono de mis amigos ni de mi familia.

Mi primera intención fue llamar a alguien para pedir ayuda, pero mi memoria se había adaptado a mi nuevo estilo de vida: recuerdo muchas cosas esenciales del día a día, incluida la contraseña de 45 dígitos para el almacenamiento de datos, pero no recuerdo ni un solo número de teléfono, ni siquiera los de mi familia. Mi memoria funciona como una especie de registro: no guarda números de teléfono, sino directorios donde se pueden encontrar.


Si el biochip no te da autorización, no tienes acceso a los contactos. Al principio quise que los de seguridad me prestaran un teléfono, pero pronto comprendí que sería inútil. Los únicos números que pude recordar fueron los de emergencia: el 911 y el 112 (qué horrible).

2. Es un completo error retirar el acceso en un instante. Debería de haber algún tipo de “estado intermedio”, algo así como una”última oportunidad” para obtener acceso.

Comprendí que el actual sistema de autorización por acercamiento no es perfecto. Solo tiene dos estados: “acceso permitido” y “acceso denegado”. Cuando se da el segundo, la persona queda totalmente indefensa. El hecho de que me haya sucedido me vino bien, pues soy investigador  y tuve suerte de estar en el trabajo, en mi zona de confort, donde pude solucionar el problema sin agobiarme más de la cuenta.
¿Y si le sucediera lo mismo a un usuario de a pie y se le hubiera privado del acceso a todas sus posesiones, mientras se encuentra en el bosque o conduciendo a casa desde una ubicación remota? Ser incapaz de acceder a servicios básicos como un monedero de emergencia o un ID digital que te identifique como, digamos, el propietario temporal de un carné de conducir, una persona no podría ni ir a casa ni a la oficina.

3. ¿Qué sucede si hay un corte de electricidad?

Sería una situación muy extraña y altamente irreal, pero imagina que todos los aparatos electrónicos de la ciudad, el país o incluso del planeta se quedaran sin electricidad. Cientos de miles, millones o miles de millones de personas tendrían el mismo problema que he tenido hoy. ¿Alguien tiene un plan B?

4. Cadena de bloques humana (human blockchain)

De repente, tuve una idea brillante (okay, puedes dudarlo): en el mundo real, ¿cómo identificamos a las personas cuando las conocemos por primera vez? Nadie nos enseñaría el pasaporte (ni ningún documento legal de identificación). En la vida real, nuestra identidad puede confirmarla la familia, los compañeros de trabajo o algún conocido. Tan solo tendrían que mirarnos u oír nuestra voz.

Algo así es totalmente posible en Internet. Solo se tendría que aplicar la tecnología blockchainal proceso de expedición de ID digital.

Así que, si mi identidad formara parte de una cadena de bloques en la que toda operación y toda conexión fuera conocida, la autenticidad de mi persona no sería un hecho, sino un proceso sin fin que ninguna organización verificaría. Cada servicio podría comprobar, en tiempo real, si mi comportamiento es normal comparándolo con los datos guardados en la cadena de bloques. En tal caso, yo sería realmente yo.

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